Cuando Adolf Hitler llegó al poder el 30 de enero de 1933, vivían en Alemania cerca de 550.000 judías y judíos. La toma de poder por parte de los nazis culminó en una privación de derechos sin precedentes, una persecución sistemática, así como en asesinatos y atrocidades contra los judíos de Alemania y de Europa.
Boicot a comercios judíos
No se conoce la cifra exacta de víctimas, pero se calcula que fueron asesinados más de seis millones de judías y judíos en Europa. El genocidio de los judíos europeos se denomina mundialmente Shoá, una palabra hebrea que significa catástrofe.
Prisioneros festejando la liberación del campo de concentración de Auschwitz en 1945.
Revisión histórica en alemania
La revisión y el análisis crítico de los crímenes comenzaron en la República Federal de Alemania recién a principios de la década de 1960, cuando se llevaron a cabo en Fráncfort los Juicios de Auschwitz. Una nueva generación de ciudadanas y ciudadanos analizaba críticamente lo que padres y abuelos habían perpetrado. La profunda cisura que significó la Shoá en la historia del judaísmo, impulsó a una gran cantidad de judías y judíos a percibirse como “judíos en Alemania” y no como “judíos alemanes”. El Estado de Israel, fundado en 1948, y la República Federal de Alemania firmaron en 1952 un acuerdo sobre reparaciones. Las relaciones especiales entre Alemania e Israel constituyen, desde entonces, un elemento del consenso básico de la política alemana. Tanto en memoriales como en actos conmemorativos, en instituciones educativas, publicaciones y en proyectos se recuerda la culpa histórica y la responsabilidad de Alemania.
El monumento a los judíos asesinados de Europa en el centro de Berlín.